Verano después de una cirugía bariátrica

 

Después de la cirugía bariátrica el cuerpo sufre una gran transformación y para muchas personas operadas supone un gran reto exponerlo en determinados momentos. La no aceptación de nuestros cuerpos, independientemente de la etapa postquirúrgica en que nos encuentremos, provoca un conflicto interno que no permite disfrutar de los momentos más característicos del verano.

Sentirse solo e inseguro, creer que somos el foco de atención o que todas las miradas reposan en nosotros, es la mayor barrera que ponemos para aceptarnos y ser libres dentro de nuestros propios cuerpos. La cirugía nos adentra en un proceso de aprendizaje y trabajar el autoconcepto y autoestima ayuda a superar todos los límites que nos autoimponemos.

 

A pesar de ser experiencias propias, en las que cada persona aprende a afrontar sus miedos con recursos diferentes, en este texto Paula nos cuenta como se fue aceptando en cada etapa de su vida pre y postquirúrgica para llegar a lo que es hoy: una bariátrica que se siente orgullosa de si misma y su cuerpo.

Su testimonio nos da una pequeña lección de como aprender a aceptarnos:

 

Todos los cuerpos son válidos y perfectos con sus diferencias

Las imperfecciones simplemente nos hacen únicos

Todos nos merecemos sentirnos seguros en el cuerpo en el que vivimos

 

Pudiendo  poner en práctica sus consejos y sacando lo mejor de nosotros para sentirnos bien:

 

Quiérete

Acepta tus imperfecciones y hazlas parte de ti

Baila, ríe y disfruta de tu cuerpo

Convierte tus debilidades en fortalezas

 

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Como persona con obesidad casi desde que tengo uso de razón, llegadas estas fechas siempre temía el momento playa. Lo que para casi todas las personas suponía un momento de diversión o tranquilidad para mí se convertía en una pesadilla, ya que se me planteaban muchos pequeños grandes problemas a los que hacer frente desde encontrar un bañador de tu talla que te quede (más o menos) bien, el momento en el que todo el mundo se quitaba la ropa y ahí estabas tú con tus kilos de más poniéndote excusas para no quitártela, para quitártela cuando todo el mundo se hubiese ido y por supuesto una vez quitada intentar taparte lo máximo posible para esconder sin mucho éxito los michelines que asomaban por todos lados.

Recuerdo que muchísimas veces me sentí mal, lloré, me avergoncé de mí misma y odie mi cuerpo, hasta que llegó un momento en el que aprendí que no tenía que castigarme a mí misma por no tener un cuerpo perfecto. Intenté quitarme los complejos en la medida que pude (aunque os adelanto ya que me costó horrores) y me propuse no decir que no a ir a la playa. Me ponía mi bañador o mi bikini con toda la actitud del mundo y me recordaba todo el rato que ese era mi cuerpo y que a quien no le gustara que no lo mirara, aunque tengo que decir que en el momento antes de quitarme la ropa siempre salía mi yo inseguro a autoboicotearme.

Cuando me hice mi bypass y perdí todos los kilos que me sobraban pensé que el problema habría desaparecido pero (¡sorpresa!) seguía ahí. Sí, le dije adiós a los kilos de más pero en ese mismo momento le empecé a decir hola al pecho vacío y caído, a los muslos flácidos y a la barriguilla colgona y fue entonces cuando me di cuenta de que las expectativas que nos crean de cuerpos perfectos, prietos, delgados y tonificados que nos han metido en la cabeza son solo eso, expectativas.

Me costó trabajo desprenderme de todas esas ideas y empezar a comprender que para tener un cuerpazo de bikini sólo me faltaba ponerme el bikini y que absolutamente todos los cuerpos son válidos y perfectos con sus diferencias, que las imperfecciones simplemente nos hacen únicos y que todos nos merecemos sentirnos seguros en el cuerpo en el que vivimos. Así que quiérete, acepta tus imperfecciones y hazlas parte de ti, plántate un bikini, baila, ríe y disfruta de tu cuerpo. Absolutamente todos tenemos inseguridades pero qué bonito es convertirlas en fortalezas y ver la belleza que hay en ellas.

 

Paula.

 

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